... sobre tampones y copas menstruales

La primera copa menstrual se patentó en la década de 1930, en la misma época que los primeros tampones comercializados (leer la historia de las copas menstruales, en inglés). En ese momento no se consideraba “correcto” que las mujeres se tocasen la zona vaginal. Los fabricantes del tampón superaron este obstáculo proporcionando los aplicadores desechables que todavía encontramos hoy flotando en los WC. Las copas menstruales requieren ponerse “manos a la obra” y sólo las compraban las mujeres más liberales de aquella época.

Comercialmente, el tampón es un producto más viable, ya que la clientela necesita comprarlo mes tras mes. Los fabricantes de copas no esperan hacer ventas repetidas a las clientas satisfechas, sólo a sus amistades y familiares. Tristemente, unas cuestiones tan íntimas no se discutían en público en los años 30. Las ventas de tampones subieron vertiginosamente y se lanzaron campañas masivas de publicidad. Los productos desechables para la menstruación se convirtieron pronto en una necesidad establecida en la sociedad occidental moderna.

Las copas menstruales y las compresas lavables ganaron popularidad en los 80 y las mujeres empezaron a buscar alternativas ecológicas y más baratas a los productos desechables. Hasta que apareció Mooncup en 2002, las copas menstruales estaban hechas de látex, derivado de la sabia del eucalipto y causante de alergias.

Mooncup fue la primera copa menstrual fabricada con silicona médica, un material más suave, seguro y atractivo. La silicona es un derivado del sílice, que se halla en el cuarzo y la arenisca, uno de los recursos más abundantes de nuestro planeta.